La trastienda de la Rural: Busso en mute y el secretario desconocido

La 91° Exposición de la Sociedad Rural de Río Cuarto fue un éxito por la gran convocatoria de público que asistió y que durante los 5 días superó las 100 mil personas, una marca difícil de igualar en el interior del país en muestras similares. Pero además todos los stands fueron vendidos y no entró un alfiler más; de hecho, la organización rechazó algunos clientes que reaccionaron tarde y llamaron para ser parte. En ese tetris en que se constituyó el predio ruralista no pasó desapercibido un caballo de Troya: un acoplado parado al frente del edificio de la entidad, de cara al patio gastronómico, a pocos metros de la entrada. Muchos se preguntaron qué hacía ahí un trailer que evidentemente no guardaba relación con su entorno y que le hizo sombra al propio camión de exteriores de Cadena 3, que quedó sonrojado ante tamaño vecino. Del otro lado, intentaban ganar visibilidad detrás del gigante para vender unos cucuruchos helados. Y aunque los carteles visibles que se leían eran de una metalúrgica especializada en carrocerías muy famosa de la ciudad, el uso era para un medio local. En la Rural admitieron que habían dado el permiso a ese medio para instalar un móvil, pero nunca imaginaron lo que llegaría después.
Lo que llegaría después fue la bataola política. El viernes desembarcaron 4 gobernadores y Juan Schiaretti, todos integrantes del frente electoral de Provincias Unidas. La Rural fue epicentro de las miradas nacionales. Medios de todo el país, personas que se acercaban a ver a los mandatarios: un torbellino. Hubo un encuentro previo que muchos creían que iba a utilizarse para que los gobernadores y Schiaretti escucharan a los productores que se sentaron en la larga mesa del primer piso. Al final fue al revés: los productores fueron los que escucharon. Pero en ese marco, hubo un gobernador que se sorprendió en la mesa cuando el productor que se sentó a su lado le hizo un primer comentario sobre la Rural y luego vino el segundo: «Perdón, ¿usted quién es?». «Gustavo Valdés, gobernador de Corrientes», fue la respuesta.
Tampoco hubo recorrida de los gobernadores por el predio, algo que sorprendió porque se pensó que iban a tener interés en visitar la muestra más grande del interior del país y, de paso, sacarse una foto en un contexto al que Provincias Unidas tiene como pilar fundamental. Tampoco fue así. Lo que sí hubo fue un almuerzo a algunos kilómetros del predio ruralista que contó con la presencia de dirigentes de la mesa de enlace provincial. Cuentan que algunos de ellos no alcanzaron a poner un pie en la Sociedad Rural de Río Cuarto que fueron subidos a una combi para ir al encuentro de los gobernadores. También contaron que se olvidaron de avisarle a algunos de los nuevos integrantes de Cartez, que quedó olvidado en el predio.

Cuando pasó el huracán de Provincias Unidas, llegó la brisa de La Libertad Avanza. Mucho más modesto y sin caras conocidas por la gran mayoría, los postulantes libertarios tomaron conciencia rápidamente de cómo será la campaña. Tendrán casi 40 días para instalar a sus candidatos o apostar todo a que la llegada de Milei a Córdoba comience a traccionar votos, en un momento en el que la figura presidencial no goza de aquella gran reputación. A diferencia de lo que ocurrió con Provincias Unidas, donde hubo decenas de periodistas apilados en el restaurante de la Rural, en la conferencia de la Libertad Avanza apenas asomó el reportero de Página 12, que casualmente no es un medio afín al color violeta. E irrumpió allí en su nuevo rol de comunicador el exparlamentario del Mercosur, Humberto Benedetto. No mucho más. De hecho, la sala Chopitea generaba algo de eco. En la mesa estaba el crédito local de La Libertad Avanza, Laura Soldano, que sigue por ahora presente para las fotos pero ausente en los grabadores. «No está habilitada para hablar», advierten ante cada conferencia quienes están a cargo del contacto con los medios. No fue la excepción esta vez. Permaneció con su mejor cara, asintiendo cada definición que daba Gabriel Bornoroni, el diputado nacional y jefe de bloque libertario, que no es candidato pero que actúa como si lo fuera. De hecho, concentró casi el 90% de las respuestas. A su lado, Gonzalo Roca, que lidera la boleta, metió un par de bocados. Del otro lado, ya visiblemente molesta, Laura Rodríguez Machado hacía grandes esfuerzos por agarrar el micrófono. Lo logró en un par de oportunidades.
Cuando el agitado viernes terminaba y el acto de apertura del sábado a la mañana ingresaba en la cuenta regresiva, un rumor corrió como reguero de pólvora: «Parece que Villarruel quiere venir». Era lo que faltaba. El año pasado, para la muestra, hubo esfuerzos de parte de la comisión directiva de la Sociedad Rural para que la vicepresidenta pudiera estar y de hecho se comunicaron con Matías Lestani, un economista exCRA y exsecretario de Agricultura de Alberto Fernández, que desde hace tiempo es asesor en temas del campo para la jefa del Senado; pero no prosperó. Esta vez, dado el contexto y la suerte política que corrió Villarruel, nadie de la Rural quiso acordarse de hacer gestiones. Por eso más de uno empalideció cuando el rumor corrió. A las pocas horas todo quedó en la nada y la calma regresó.
Pero había más. El sábado, temprano, antes de las 10, por la puerta de ingreso de la Rural apareció un hombre caminando, con saco y un chaleco inflable debajo. Se acababa de bajar de un auto que había salido del corazón productivo de Buenos Aires, cerca de las inundaciones. En la puerta se encontró justo con un tocayo: Sergio Busso, el ministro de Bioagroindustria de la provincia que estaba llegando. El viajero bonaerense era Sergio Iraeta, el secretario de Agricultura de la Nación, que se saludó afectuosamente con su par cordobés y luego sí fue reconocido por un periodista que lo interceptó para hacerle unas preguntas. Accedió amablemente a la entrevista y luego continuó su solitaria caminata hacia el corazón del predio. Lo esperaba el presidente de la Rural, Heraldo Moyetta, y el resto de la comisión directiva. Busso quedó en la puerta de ingreso del predio y se acopló luego a otros funcionarios y dirigentes de la provincia. En el primer piso, en la misma mesa en la que habían estado 24 horas antes los gobernadores de Provincias Unidas, Iraeta dejó un mensaje claro: «Estoy de acuerdo en todo lo que dicen, incluso le transmito francamente al ministro Caputo estos conceptos, pero tengan en cuenta que no es posible hacer todos los cambios juntos. Hay muchos que están esperando medidas, no sólo los productores». La reunión fue breve y los Sergio se volvieron a encontrar minutos más tarde en el palco de autoridades, donde estaban los que iban a hablar durante los discursos. Claro que un Sergio habló y el otro no. El que quedó muteado fue Busso, que por segundo año consecutivo no pudo exponer para la tribuna ruralista. El año pasado llegó acompañado por la vicegobernadora Myrian Prunotto y de acuerdo al protocolo la que debía hablar y dejar inaugurada la muestra era la de mayor rango. Habló Prunotto y quedó Busso en silencio. Ahora fue Iraeta el que cumplió esa función: tras un brevísimo discurso y después de escuchar algunos reclamos por retenciones, caminos, rutas, puertos, trenes y demás, apenas le quedaron energías para decir que quedaba inaugurada la muestra. Busso quedó sentado en el filo del palco, bien al costado y sin poder emitir sonido. Después llegaron los reclamos: «Habló el intendente y el secretario de la Nación y de la Provincia no habló nadie! Fue muy evidente!», se quejaron cerca del ministro de Bioagroindustria. Desde la Rural explicaron que el acto de por sí es muy extenso y lo que tratan de hacer es que no haya tantos discursos. «Además, el día anterior el gobernador tuvo la Rural a disposición y habló todo lo que quiso con los productores. No es que la Provincia no pudo hablar, al contrario», respondieron, intentando bajar la polémica.
El acto ya había dejado alguna mezcla de hojas en el discurso del presidente ruralista, que logró sortear el apuro; la presencia de Luis Juez que intentó insuflar la brisa libertaria y una Laura Soldano que estuvo presente en las gradas, junto a su marido, el cabañero y excorredor del Dakar, Gastón González, esperando ganar reconocimiento entre los productores. De hecho, estuvo viernes, sábado y domingo en el predio, aunque siempre en silencio y sólo apostando a su presencia para sumar votos libertarios en las urnas de octubre.