Un primer paso siempre es el diálogo, pero es hora de apurar los resultados

Que el presidente de la Nación, Javier Milei, les otorgara casi dos horas en una reunión cara a cara a los principales dirigentes agropecuarios de la Argentina es en sí mismo un mensaje fuerte para un sector que reclama desde hace décadas ser escuchado y tenido en cuenta a la hora de elaborar políticas públicas que sistemáticamente lo vienen colocando del lado de los que pagan la cuenta.
Por eso el encuentro del mandatario con los representantes de la Mesa de Enlace nacional, además en la sede de una de esas organizaciones, tiene un primer simbolismo de relevancia al que no se lo puede diluir.
Además, se trata de la primera reunión cara a cara entre el presidente y los referentes del sector productivo más relevante de la Argentina tras un año y medio de gestión. Allí puede observarse la importancia pero al mismo tiempo un déficit severo: el Presidente de la Nación y el principal motor económico del país tardaron 18 meses en encontrarse a conversar. Demasiado para un país que está lejos de tener todo solucionado y que tiene urgencias acumuladas de los más variados orígenes. Sin embargo, muchas de esas necesidades están relacionadas a aspectos económicos, donde las administraciones nacionales vinieron naufragando y en muchos casos insistiendo con recetas que ya habían conducido directo al fracaso. En este punto el actual Gobierno está intentando caminos diferentes a los últimos, con el riesgo propio de transitar siempre en un sendero estrecho y con un precipicio al lado.
Pero viniendo de una selva económica, los primeros logros de ordenar la macroeconomía, contener la inflación, unificar el tipo de cambio y liberarlo en una flotación entre bandas, además de implementar un esquema de reducción del gasto público, de desburocratización del Estado y quitar trabas al comercio, marcó un importante avance, aunque claramente insuficiente. Queda mucho todavía por delante y de una relevancia igual o mayor a lo realizado. Quienes crean que la orilla de enfrente está cerca se equivocan. Pero claramente la opción es continuar avanzando.
Y en esa nueva instancia es central que empiece a empujar con más fuerza el principal motor productivo porque eso permitirá reducir los tiempos. Pero para eso hay que darle condiciones que viene esperando desde hace tiempo, a pesar de que siempre se las ingenió para traccionar. Es importante que pueda encender las luces altas, después de tanto transitar en la oscuridad. Y eso tiene una traducción de algunos puntos esenciales que los propios dirigentes del campo le acercaron al Presidente: reglas estables en el tiempo, sin idas y vueltas; reducción y posterior eliminación de derechos de exportación como un capítulo de una reforma tributaria que simplifique y reduzca su presión sobre la actividad; mejora de una infraestructura que se encuentra sumamente dañada y que agrega costos y tiempo a la logística del agro; mejor seguridad, salud y educación. En ese listado hay que pedir también a las otras fuerzas políticas que colaboren para hacerlo posible, sin mezquindades, sin atajos y con amplitud. Resulta curioso que quien rompió, hoy intenta enseñar cómo construir.
Lo cierto es que aún cuando los miles de productores agropecuarios miran asolados la tragedia en que se convierte por momentos la política, saben que esa herramienta es la única que puede abrir paso a un mejor futuro en el país. Mientras tanto siguen a la espera de que los consensos básicos lleguen y permitan el despegue que no admite más dilaciones.