Una nueva oportunidad para que los gestos se traduzcan en hechos

Luego de la contundente victoria electoral que logró el Gobierno nacional el domingo en los comicios legislativos de medio término, el presidente Javier Milei emitió una señal que venía siendo reclamada por amplios sectores de la población: una moderación en las formas que permita iniciar un camino de acercamiento y diálogo con actores que no se ubican en las antípodas del arco político. Ese gesto es estratégico para ampliar la base de sustentación y poder emprender una nueva etapa que tenga, especialmente en el Congreso de la Nación, mayor musculatura política para evitar los reiterados episodios que se sucedieron en los últimos meses, especialmente en la Cámara de Diputados, y que tanta inestabilidad y dificultades sumaron al ya complejo escenario nacional.
Es imperioso reconstruir acuerdos para que la Argentina abandone el estancamiento en el que vive desde hace más de una década y media.
Pero aquí es necesario remarcar que la convocatoria a los sectores políticos llamados “del centro” y a los gobernadores se dio la noche misma del sorpresivo triunfo del oficialismo. El Presidente rompió así con los tradicionales manuales de la política que señalan que en las victorias se impone y en las derrotas se intenta consensuar. Es por eso especialmente importante y valorable la actitud elegida.
Hay muchas cuentas pendientes en la Argentina como para pensar que un solo sector político tiene todas las mejores respuestas. Hay que apostar al enriquecimiento de las propuestas para perseguir el mejor resultado posible. Y para eso, sumar puntos de vista que no sean plenamente coincidentes es un desafío pero también una oportunidad. Tal vez el Gobierno perdió la oportunidad de hacer una convocatoria total y no parcial. Dejó a algunos gobernadores fuera de la cita porque cree de antemano que las coincidencias serán escasas o nulas. Es altamente probable que así sea, pero el gesto debería ser pleno y en todo caso carente de prejuicios. Siempre hay tiempo después para tomar decisiones.
Por fuera de ese punto, el encuentro entre el Presidente y su gabinete con los gobernadores es una imagen auspiciosa y esperanzadora. Las diferencias políticas que existen en esa foto no debe impedir el encuentro alrededor de una mesa si es que el objetivo de todos esos actores es construir una mejor Argentina. El debate debe ser sobre los caminos para alcanzarla, y allí abundan experiencias fallidas del pasado para, al menos, comenzar a descartar.
En ese marco, el Gobierno tiene algunos pilares para ofrecer como punto de partida: orden de las cuentas fiscales, fuerte reducción de la inflación sin recurrir a métodos en sepia que nunca funcionaron, quita de trabas burocráticas a la economía y de absurdos obstáculos al comercio exterior impuestos con fundamentos de nula corroboración empírica, mayor apertura económica al mundo y un norte de baja de impuestos. Resta mucho aún por delante, por ejemplo en este último ítem, pero no es posible ignorar los avances logrados.
Habiendo transcurrido dos años de mandato del actual Gobierno, que acaba de recibir una ratificación importante en las urnas, es hora de abandonar la disputa política para avanzar rápidamente en la gestión que hace falta a todo nivel estatal para seguir corrigiendo un rumbo que no conducía a ningún puerto. En eso, gobernadores e intendentes de todo el país también deben compartir la hoja de ruta. Tienen mucho por hacer también.
Ahora, lo central es que la foto de todos los actores evite tener el mismo destino de la que se tomaron a mediados del año pasado en Tucumán, bajo el pomposo nombre del Pacto de Mayo.





