Ackerman: «El problema laboral de fondo no lo tiene que solucionar la Secretaría de Trabajo sino Toto Caputo»

El profesor emérito de la UBA, especialista en Derecho Laboral y director de la Maestría y de la Carrera de Posgrado de Especialización en Derecho del Trabajo, Mario Ackerman, aseguró que es necesaria una reforma laboral en la Argentina, pero que no hay urgencia para llevarla adelante. Remarcó que la prioridad para mejorar el mercado laboral pasa por mejorar la economía del país y no por modificar leyes del trabajo.
«Sí, hace falta una reforma laboral en la Argentina porque tenemos varias leyes que si bien no son obsoletas, están desactualizadas. Hay que pensar que la Ley de Contrato de Trabajo acaba de cumplir 50 años. Cuando entró en vigencia en 1974 no había televisión color, teléfonos celulares; el mundo real cambió radicalmente y aparecieron nuevas formas de trabajar, de contratar, de producir, de vender. Nada de eso está contemplado en esta legislación. Hoy están los deliberys, los chicos de las motos, el trabajo por plataformas. Y todo eso no está en la legislación y hay que acomodarlo. La pregunta es la oportunidad. La necesidad está, pero no hay urgencia», comenzó relatando el catedrático.
Y allí remarcó: «Hoy la urgencia es generar empleo, que los empleadores tengan la necesidad de contratar trabajadores. Y esto no está. La realidad es que las empresas en general, salvo algunas excepciones, están en situación de crisis. Hoy es más barato el producto importado que el fabricado en la Argentina. No hay consumo interno, y en definitiva las empresas no necesitan contratar trabajadores. Y tampoco tenemos crédito, para el caso de aquella empresa que se quiera preparar para el futuro e invertir ahora», advirtió.
Para Ackerman, «lo que estamos necesitando es primero resolver el problema económico, y una vez logrado eso, que los empleadores necesiten contratar trabajadores, vamos a ver cómo hacemos para que puedan contratarlos. Y en ese momento, lo que tenemos que revisar una vez más es el famoso costo laboral. En realidad, un empleador cuando contrata no piensa cuánto le va a costar el despido, nadie piensa en eso. El empresario piensa en ver si sirve para la tarea que lo necesita, después formarlo en nuevas tecnologías, el costo del salario; no piensa en el despido, sino no lo contrata».
«Esta gente -por el Gobierno nacional- que está impulsando la reforma, en lo que más pensaron es en reemplazar las indemnizaciones por un régimen de un fondo que ya está y lo sacaron en la última reforma laboral. Esto no puede funcionar porque a nadie le interesa, porque las empresas no tienen problemas con el despido sino con la contratación», indicó el especialista.
Luego se enfocó en otro de los temas centrales del mercado laboral: el trabajo informal: «Hoy el 43% de los trabajadores de Argentina están en negro, y del 57% restante, hay buena parte que cobra una parte en blanco y una parte en negro. ¿Y por qué ocurre esto? Por el costo de las cargas, los impuestos y los ítems que se suman a lo que es el costo salarial. Por cada 100 pesos que recibe el trabajador, el empleador debe poner 153 pesos. Hay un 53% de extras, y frente a eso optan por contratar o pagar en negro; porque además también venden en negro, porque hay toda una economía en negro en la Argentina y eso es todo consecuencia de la presión fiscal. Esto es un desastre total, para la seguridad social, para la competencia de quien cumple con todo».
A modo de repaso, Ackerman sugirió: «Los pasos son estos: primero hay que ver cómo generar la necesidad de contratar trabajadores y eso no lo resuelve la Secretaría de Trabajo sino Toto Caputo y Sturzenegger; que arreglen la economía. Por ahora no nos está yendo bien. Bajó la inflación, no hay déficit fiscal, pero el empleo no crece y menos aún el empleo en blanco. Después veamos cómo hacemos para que se contrate justamente en blanco».
Y finalizó: «Con estas leyes laborales, con la ley de jornada de trabajo que es de 1929, tuvimos más empleo y las empresas contrataban trabajadores. Hay un caso de una empresa que hasta 2023 tenía 120 trabajadores y hoy tiene 72, y a esos 72 los suspende porque no tienen nada para hacer. No produce porque ahora importa y usa la misma cadena de clientes. Y las leyes laborales no cambiaron, son las mismas. Hay que mejorarlas, adecuarlas, pero sin perjudicar a los trabajadores».





